jueves, 28 de abril de 2016

AMAR A PESAR DE...

Pues Cristo mismo nos ha traído la paz. Él unió a judíos y a gentiles en un solo pueblo cuando, por medio de su cuerpo en la cruz, derribó el muro de hostilidad que nos separaba. Efesios 2:14 NTV

Pablo escribía al pueblo de Efeso, que era una ensalada cultural. La ciudad era dividida en barrios, cada uno para un grupo étnico específico. Los grupos no se mezclaban. En algunos casos las áreas eran divididas por muros. En la sinagoga judía había un muro divisorio en el cual estaba escrito "Cualquier gentil quien traspase esta barrera será culpable de su propia muerte, la cual pronto llegará. " ¡Sí que existían barreras entre los grupos, y entre los judíos y los gentiles! ¿Hoy día estamos libres de estas divisiones? En la iglesia ¿vivimos siempre en paz y amor?

Cristo ha roto los muros que las personas levantamos entre nosotros. Ya que estas divisiones han sido destruidas, podemos vivir la unidad, a pesar de ser muy diferentes. El fruto de la reconciliación con Dios es la reconciliación con los demas. En la iglesia encontramos todo tipo de persona. Hay quienes son muy diferentes a nosotros. Algunas diferencias pueden ser edad, género, apariencia, inteligencia, nivel socioeconómico, madurez, cultura, persuasión política, y muchas más. Una de las mejores formas de apagar el fuego del Espíritu Santo es amando solamente a aquellas personas con quienes tenemos afinidad.

Cristo ha derribado las barreras y ha unido a todos los que en Él están en una familia. La cruz de Cristo es el punto de partida de la unidad, que hace que la diversidad del cuerpo sea una bendición y una gran fortaleza. El Espíritu Santo nos llama más allá de las barreras, a la unidad verdadera que a Él le glorifica. Nos llama a amar sin restricciones.

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